Con los tambores de guerra del Frente Polisario en estos días se vuelve a oir hablar de Ausserd. Ausserd es una población en el centro del Sahara Atlántico que consiste básicamente en una guarnición militar y un poblado civil donde no habitan más de 20 o 30 familias. Desde hace poco, incluso cuenta con una gasolinera.
En la mayor parte de mis viajes por el Sahara he terminado recalando allí en busca de verduras, fruta y pan. También para ser controlado por la Gendarmeria Real por mi seguridad, así saben por dónde ando… Igualmente intento ser identificado por los militares que se que comunican mis datos a la Gendarmería. Además he trabado cierta amistad con el comandante de puesto de la Gendarmería en las cuatro o cinco ocasiones en que he coincidido con él. Aunque sabe que conozco la región, la situación de las bases y puestos militares, llevo buenos mapas, teléfono satélite, conozco las zonas peligrosas… siempre me pone pegas para que continúe y con razón: voy solo por esos desiertos y soy su responsabilidad, eso me repite siempre. Pero siempre me ha dejado seguir refunfuñando. Menos en una ocasión.
Como en otras veces que he pasado por allí me conformé con ver de lejos la antigua base militar española que continua en uso por las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos. Se encuentra dentro de una zona militar no accesible a los turistas. Le tengo especial interés a esa base porque he conocido a militares españoles que estuvieron destinados en ella. Paré a compra algunos comestibles frescos y algo de carne y me “registré” en la Gendarmeria. Allí estaba mi amigo para ponerme pegas como siempre. Le dije que continuaba dirección norte por la antigua pista del Paris Dakar
Pero antes me acerqué a una de las montañas que conforman el circo donde se encuentra Ausserd y subi andando para ver la base desde arriba y hacer la foto que ilustra este texto. Llevaba allí un rato disfrutando de la vista de la base desde arriba y del paisaje cuando vi llegar una pick-up que paro cerca de mi coche. Se bajaron cuatro hombres que empezaron a deambular por allí. No me gustó la situación, mira que hay desierto para parar al lado de mi coche. Decidí bajar. Estaban recogiendo pequeñas ramas de arbustos para hacer un te. Me invitaron y accedí. Para mi sorpresa cuando llevábamos un rato de conversación empezaron a ofrecerme todo tipo de drogas. Empecé a sentirme incómodo y buscando la excusa para salir pitando de allí. Me contaron que se ganaban la vida suministrando todo tipo de drogas a los casi 100.000 militares que guardan el muro del Sahara e iban camuflados como mecánicos de camiones con su coche cargado de herramientas.
Apareció otro coche y se bajaron de él dos gendarmes. Tuvieron unas palabras ásperas con los traficantes y luego conmigo: no habías dicho hace dos horas que te ibas! Venga, andando! Sin pensarlo dos veces me levanté y me fui. Uf. Habían pasado pocos kilómetros cuando paré en los restos del campamento de Paris Dakar de 1995. Aún había algunos carteles indicadores descoloridos por el Sol. Desde allí vi una pista que llevaba el rumbo que yo buscaba sin dar el rodeo por el Oeste que hace la pista del Dakar. Miré los mapas y pasaba muy cerca del muro y de tres puestos militares. Bueno, vamos! Me ahorro 20 o 30 kilómetros además.
Cuando llevaba unos 40 kilómetros por esa pista y cerca del primer puesto militar se me acercaron dos todo terreno militares bloqueándome el paso por delante y por detrás, de película. Me dijeron que aquello era zona militar restringida y me recordaron la prohibición de acercarse a menos de 20 Km del muro activo. Estaba a poco más de 2 Km del muro. Llegó un tercer coche y se bajó de él el que se identificó como el teniente al mando del puesto. Me dijo que no tardaríamos mucho, tan solo tenían que comunicar mis datos a la base. Pero la emisora fallaba. Me invito a subir en su coche para ir a comer al puesto. Era amable y conversador. Un negro alto y fuerte con sus gafas de sol Ray Ban y su uniforme impecable. Formado en West Point. Durante la comida tuvimos una amena conversación sobre mi gusto por el Sahara y por mi coche, que le había gustado. Cuando llegamos de nuevo a donde estaba mi coche no habían terminado aún con la radio. Me pidió que le enseñara el motor de mi coche y su interior. El me enseñó su Toyota pick up 4500 gasolina de 200 caballos pero seguía prefiriendo el mío.
Mandó que prepararan un té. Mientras lo tomábamos le comunicaron que ya estaba todo listo y los dos puestos de más adelante informados que iba a pasar por allí. Pero mientras terminábamos el te recibió una llamada de la Gendarmería. Que me retuvieran que venían a por mi. Seguimos bebiendo te y conversando. Llegó la Gendarmería. Me despedí del teniente y los soldados y uno de los gendarmes se montó conmigo en el coche de vuelta a Auserd.
Llegando a Ausserd vi que nos desviábamos hacia el interior circo de montañas que conforma la zona militar de Ausserd. Bien! La voy a ver! Pero cuando vi que me mandaban parar delante de la antigua base militar española…Allí dentro pasé toda la tarde. Estaba perfectamente conservada y casualmente era el puesto de la Gendarmería dentro de la zona militar. Allí estaba mi amigo; mientras se frotaba las manos y sonreía me decía: esta vez si te vas por asfalto a Dakhla, medio en broma medio en serio. No te ibas? Primero te encuentran con “esos” y luego al lado de muro, ay. Con la excusa de unos papeleos pasé allí toda la tarde sometido a un sutil interrogatorio. Venían a verme gendarmes pero también militares. A los españoles nos prestan especial atención en los controles policiales en el Sahara. No les gustan los periodistas ni los activistas pro Polisario. Revisaron mi cámara de fotos, por suerte no había hecho ninguna de las instalaciones militares. No es la primera vez que revisan mi cámara en el Sahara. Revisaron el coche y finalmente mi amigo el comandante me ordenó volver directamente por carretera hasta Dakhla. Amenazando literalmente con traerme de vuelta de las orejas y tenerme dos días con el de souvenir si me volvían a encontrar fuera del asfalto. Nos dimos un abrazo y me fui.
Pero este día me deparaba aún alguna sorpresa. Estaba atardeciendo y la carretera a Dakhla es una línea recta en dirección Oeste, apenas veía a través del parabrisas con el Sol justo enfrente. De repente vi un camello en medio de la carretera. Decidimos los dos apartarnos para el mismo sitio y choqué con él. Huyó al trote, imagino que dolorido. Bajé a evaluar mis daños y se resumían en el capot arrugado y un protector de faro roto. No salió tan mal parado. Ni yo, esos accidentes suelen acabar con el camello dentro del coche, por suerte solo le toque con una esquina
En realidad no tenía intenciones de obedecer y me iba a desviar en dirección norte para pasar por Bir Enzaren pero después de tanto incidente era conveniente relajarse y disfrutar de una noche de descanso en mi hotel favorito de Dakhla. Siempre había pagado entre 50 y 70 euros por habitación doble con balcón abierto a la playa pero cuando pregunté el precio de una simple me pidieron 200€, Menuda subida en un par de años! Como el hotel estaba vacío ese día le ofrecí al recepcionista la posibilidad de meter 50€ más algunos más del restaurante a no meter nada en la caja esa noche. Y no le pareció mala idea! En Marruecos casi todo es negociable.
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